Las dificultades para Colombia ante la propuesta de venta de Monómeros por parte del gobierno venezolano

La propuesta del gobierno de Venezuela de vender Monómeros, la emblemática empresa petroquímica ubicada en Barranquilla, plantea un panorama complejo para Colombia. Esta compañía, que durante años ha jugado un papel crucial en la producción y suministro de fertilizantes esenciales para el sector agrícola colombiano, se encuentra en el centro de un intrincado debate económico, político y estratégico.


El papel estratégico de Monómeros en Colombia


Monómeros ha sido, históricamente, un aliado clave para la agricultura colombiana. Su capacidad de producción abastece una parte significativa de los fertilizantes que necesitan los agricultores locales, lo que impacta directamente en la seguridad alimentaria y en los costos de producción agropecuarios. La estabilidad operativa de la empresa, por tanto, no es solo un tema de negocios, sino de interés nacional.

Tras años de conflictos internos en Venezuela y la imposición de sanciones internacionales, Monómeros quedó bajo el control del gobierno interino de Juan Guaidó en 2019. Sin embargo, con el reciente reconocimiento de Nicolás Maduro como presidente legítimo por parte de Colombia y otros actores internacionales, la empresa ha vuelto al radar del gobierno chavista, quien ahora busca venderla como parte de su estrategia para generar liquidez.


Retos principales para Colombia

  1. Impacto en la soberanía agroindustrial: La venta de Monómeros a un tercero —ya sea una empresa privada extranjera o un consorcio internacional— podría significar que Colombia pierda influencia sobre una industria clave para su sector agrícola. Esto podría derivar en el aumento de los costos de los fertilizantes, especialmente si el nuevo propietario prioriza beneficios económicos sobre los acuerdos estratégicos con el gobierno colombiano.
  2. Incertidumbre jurídica y económica: La compleja historia reciente de Monómeros, marcada por tensiones políticas entre los gobiernos de Venezuela y Colombia, genera dudas sobre la claridad legal de cualquier transacción de venta. Además, los posibles litigios internacionales o reclamaciones de acreedores podrían complicar aún más el panorama.
  3. Futuro del abastecimiento agrícola: Si el nuevo dueño decide modificar la estrategia comercial de la empresa, Colombia podría enfrentar dificultades para garantizar un suministro continuo y a precios competitivos de fertilizantes. Esto tendría repercusiones directas en el costo de los alimentos, afectando principalmente a los pequeños y medianos productores.
  4. Dependencia externa: La posibilidad de que Monómeros sea adquirida por empresas de países con intereses geopolíticos distintos a los de Colombia podría aumentar la vulnerabilidad de la economía agrícola colombiana.
  5. Relaciones bilaterales con Venezuela: La decisión del gobierno venezolano de vender Monómeros podría ser vista como una medida unilateral que ignora los intereses colombianos, lo que podría tensar las relaciones entre ambos países justo cuando se intenta consolidar un proceso de reconciliación y cooperación.


Alternativas para Colombia


Ante esta situación, el gobierno colombiano tiene varias opciones estratégicas:

  • Negociar una participación directa en la compra: Podría evaluar, a través de Ecopetrol u otra entidad estatal, la posibilidad de adquirir una participación en la empresa para asegurar el control parcial de sus operaciones.
  • Establecer acuerdos con el comprador: En caso de que la venta avance, sería crucial que Colombia negocie cláusulas que garanticen el suministro preferencial y precios justos para los productos de Monómeros.
  • Impulsar alternativas nacionales: Fortalecer la capacidad de producción de fertilizantes dentro de Colombia para reducir la dependencia de Monómeros a mediano y largo plazo.


La venta de Monómeros representa un desafío significativo para Colombia, no solo por su impacto económico inmediato, sino también por las implicaciones estratégicas a largo plazo. El gobierno colombiano deberá actuar con rapidez y firmeza para proteger los intereses del sector agrícola y garantizar que esta transición no comprometa la seguridad alimentaria del país. En un momento donde las relaciones con Venezuela parecen entrar en una nueva etapa de diálogo, esta situación podría ser un punto crítico en la consolidación de una cooperación bilateral más sólida o, por el contrario, un nuevo foco de tensión.

La pena de muerte en Colombia: ¿solución o respuesta populista?

En Colombia, cada tanto resurgen propuestas de reinstaurar la pena de muerte, especialmente en medio de la conmoción nacional causada por crímenes atroces como el asesinato o abuso de menores. El más reciente caso es el de la niña Sofía Delgado, violada y asesinada por su confeso vecino. Estas iniciativas suelen ir acompañadas de discursos cargados de emociones, apelando al populismo punitivo, una estrategia política que promete soluciones rápidas y contundentes frente al crimen. Pero, ¿es realmente la pena de muerte una solución eficaz o es simplemente una respuesta emocional que ignora las raíces del problema?

El Populismo Punitivo: Respuestas Simplistas a Problemas Complejos

El populismo punitivo se basa en la premisa de que castigos más severos —como la pena de muerte— disuaden a los criminales y ofrecen justicia a las víctimas. En Colombia, el clamor por castigos extremos suele intensificarse tras crímenes que generan indignación colectiva, como los cometidos contra niños. Sin embargo, los datos internacionales y los estudios sobre criminología muestran que no es la magnitud de la pena, sino su certeza de cumplimiento, lo que tiene un verdadero efecto disuasorio.

La Certeza de la Pena: El Talón de Aquiles del Sistema Colombiano

Colombia enfrenta una crisis en su sistema judicial que pone en duda la efectividad de cualquier castigo, sin importar cuán severo sea. Según datos recientes, la impunidad en el país supera el 90% en muchos delitos, lo que significa que la mayoría de los crímenes no son castigados. En este contexto, reinstaurar la pena de muerte no solucionaría el problema de fondo: un sistema judicial ineficiente y, en muchos casos, corrupto.

Además, la imposición de la pena de muerte conlleva riesgos graves. En un país donde las investigaciones a menudo son deficientes y las pruebas manipuladas, la posibilidad de ejecutar a un inocente es inaceptablemente alta.

La Experiencia Internacional

Estudios realizados en países con pena de muerte, como Estados Unidos, no han demostrado una relación directa entre la existencia de este castigo y una reducción significativa de la criminalidad. Estados como Texas, que aplican la pena capital con frecuencia, siguen registrando tasas de homicidios más altas que otros estados sin este castigo. Esto refuerza la idea de que no es el castigo extremo lo que previene el delito, sino un sistema capaz de garantizar justicia oportuna y efectiva.

Alternativas Reales: Reformar el Sistema Judicial

En lugar de enfocarse en la pena de muerte, Colombia necesita invertir en reformas profundas en su sistema judicial. Estas podrían incluir:

  • Fortalecimiento de la capacidad investigativa: Asegurar que los crímenes se investiguen de manera adecuada para garantizar que los culpables enfrenten justicia.
  • Reducción de la impunidad: Establecer mecanismos que garanticen la aplicación de penas existentes.
  • Prevención del delito: Promover políticas sociales y educativas que ataquen las causas estructurales del crimen.

Justicia sin Pena de Muerte

Aunque el deseo de justicia frente a crímenes atroces es legítimo, debemos recordar que la justicia no se trata solo de castigo, sino de garantizar un sistema equitativo, eficiente y humano. La pena de muerte, más que resolver problemas, distrae de los cambios estructurales necesarios para construir una sociedad segura y justa, tal como lo plantea este breve análisis en video de nuestro director Carlos Naranjo. En última instancia, la verdadera solución al crimen en Colombia no está en imponer castigos más severos, sino en asegurar que la justicia sea cierta, efectiva y accesible para todos.

Aumenta la tensión en medio oriente con la muerte de Yahya Simwar

La muerte de Yahya Sinwar, el líder político y militar de Hamás, podría desatar una escalada peligrosa en el ya inestable conflicto en Oriente Medio. Con su fallecimiento, aumentan las posibilidades de que se intensifiquen las tensiones entre Israel y las facciones palestinas, lo cual podría llevar a una espiral de violencia con efectos devastadores en la región y a nivel global. En especial porque ni la eliminación de la cabeza de Hamás ni la recuperación de los rehenes pareciera ser el objetivo final de la campaña militar del goberno israelí, que ya completa más de un año.

Un potencial recrudecimiento de la violencia

La pérdida de un líder de la magnitud de Sinwar podría incitar una serie de respuestas violentas, especialmente si Hamás y otras organizaciones palestinas buscan vengar su muerte. Esto podría manifestarse en ataques con cohetes, emboscadas y atentados en diversas áreas de Israel, además de represalias militares por parte del gobierno israelí. Una escalada de violencia de esta naturaleza podría desencadenar una guerra abierta, similar o incluso más grave a conflictos previos.

Involucramiento de actores internacionales

La situación en Oriente Medio es una red compleja de alianzas y rivalidades que involucra no solo a Israel y Palestina, sino también a países como Irán, Líbano (a través de Hezbolá), y Siria. Irán, por ejemplo, ha apoyado históricamente a Hamás y podría aprovechar la situación para fortalecer su influencia en la región y realizar ataques indirectos contra Israel. Esto plantea el riesgo de que otras potencias, como Estados Unidos y Rusia, también se involucren, lo cual incrementaría la complejidad y la escala del conflicto.

Inestabilidad en la región y crisis humanitaria


Un conflicto de mayor envergadura podría tener efectos devastadores sobre la población civil. El aumento de ataques aéreos y enfrentamientos militares probablemente generaría una crisis humanitaria, desplazando a miles de personas en Gaza, Cisjordania y áreas cercanas en Israel. Además, los servicios básicos como el acceso a agua, electricidad y alimentos podrían colapsar, y la situación de salud pública se vería gravemente comprometida.

Reacciones y polarización global


La muerte de un líder de Hamás como Yahya Sinwar no solo tiene implicaciones locales, sino también internacionales. Países en Occidente y Oriente podrían polarizarse aún más en torno a este conflicto, aumentando las tensiones y afectando las relaciones diplomáticas. En particular, naciones aliadas de Israel podrían fortalecer su apoyo militar y económico, mientras que otros países árabes o islámicos expresarían su rechazo, tal vez llevando el conflicto al ámbito diplomático y comercial.

Riesgos de expansión del conflicto hacia otros países


Existen temores de que un conflicto más intenso en la región implique a países vecinos como Líbano, Egipto y Jordania, lo cual podría desestabilizar aún más el Medio Oriente. Esto se debe a que muchas de estas naciones tienen poblaciones significativas de refugiados palestinos y simpatizantes de la causa, además de históricos enfrentamientos con Israel. En el peor de los casos, el conflicto podría transformarse en una guerra regional que afectaría la economía y seguridad de toda la región.

La muerte de Yahya Sinwar podría representar un punto de inflexión que podría desatar un ciclo de violencia con consecuencias impredecibles en Oriente Medio y a nivel global. Aunque no es seguro que el conflicto escale, las probabilidades aumentan, especialmente si actores internacionales y potencias regionales intervienen. La prioridad de la comunidad internacional debería ser la prevención de una escalada y la búsqueda de canales diplomáticos para resolver las tensiones y evitar una catástrofe humanitaria.

¿Se avecina una Tercera Guerra Mundial?

No hay indicios claros de que una tercera guerra mundial sea inminente, pero las presiones geopolíticas globales son altas en este momento. Factores como el conflicto en Ucrania, las tensiones entre China y Taiwán, y las críticas relaciones entre Estados Unidos y otros paises como Rusia, Corea del Norte e Irán contribuyen a un clima de incertidumbre. Lo anterior sumado a la extensión geográfica del conflicto entre Israel y Hamás que ha llegado en días recientes a territorio libanés, a través de los ataques del ejército israelí a Hezbolá, hacen pensar que nos adentramos poco a poco en un nuevo conflicto de orden mundial.

Y aunque para algunos la Tercera Guerra Mundial ya comenzó desde el siglo pasado como un conflicto global de baja intensidad entre occidente y oriente a través del Islam, para la mayoría de los academicos no ha sucedido este tercer enfrentamiento entre varias potencias mundiales, o al menos de manera abierta y para merecer la nomenclatura de Tercera Guerra. Sin embargo, el lider máximo de la iglesia católica, el Papa Francisco, advirtió durante su visita del mes pasado a Bélgica que existe un riesgo real de que se inicie una «guerra mundial» ¿Realmente se avecina una Tercera Guerra Mundial?

Analicemos brevemente los principales implicados en los conflictos actuales y tratemos de evaluar su capacidad y posible interés con respecto al escalamiento del conflicto:

Estados Unidos es usualmente uno de los protagonistas de cualquier conflicto de carácter global. Su inversión en gasto militar supera, con cereces, el del resto de los países en el mundo. Incluso China, que es su más cercano competidor, es triplicado por el coloso norteamericano. Su intención de mantenerse cada vez más alejado de los conflictos internacionales se ha hecho evidente durante el gobierno Biden con decisiones como la salida de Afganistán y con un apoyo discreto a Ucrania e Israel, bajo la idea de mantener estos conflictos “bajo control”. Además las proximas elecciones presidenciales del 5 de noviembre presionan al gobierno norteamericano para no hacer estallar algún evento que ponga en riesgo la continuidad del partido demócrata en la Casa Blanca.

Rusia posee el arsenal nuclear más grande del mundo con un total de 5.780 ojivas nucleares, seguido de cerca por EEUU con 5.748. Cualquier confrontación de este tipo entre ambas potencias armamentísticas, traería consecuencias desastrosas para los dos y buena parte del resto del mundo y todos lo saben. “No sé con qué armas se peleará la tercera guerra mundial, pero la cuarta será con palos y piedras”, es una frase que se le asigna a Albert Einstein y que bien explica el asunto. Sumado a lo anterior y a pesar de que Rusia gracias al apoyo chino sigue recibiendo ríos de dinero por petróleo y gas, su capacidad militar y sus finanzas se encuentran diesmadas por el conflicto en Ucrania, lo que hace pensar que Putin no tiene la suficiente vigorosidad para abrir un nuevo frente de batalla distinto a Ucrania.

Ucrania es el David de la historia reciente frente al Goliath ruso. Su ejército y su población han soportado la embestida del enorme ejército rojo por más de dos años. En febrero de 2025 el conflicto ajustará tres años ¿Por cuánto más podrá resistir Ucrania? No por mucho tiempo. Buena parte de sus recursos provienen de EEUU y los socios de la OTAN, que no parecen dispuestos a patrocinar indefinidamente esta confrontación en favor de la soberanía ucarniana. Las perspectivas con Harris no son muy distintas a las perspectivas con Trump quien ya ha dicho que, de regresar a la Casa Blanca este mes de noviembre, cesará su apoyo militar a Ucrania dejando al gobierno de Zelenski supeditado a la buena voluntad de sus vecinos europeos preocupados hoy más por su propia defensa, ante un escenario en el que Rusia parece mostrar los dientes y el hermano mayor de la OTAN, que es EEUU, ha dicho no estar dispuesto a seguir asumiendo las cuentas por pagar de la Organización.

China es la economía que crece más rapidamente en el mundo aunque aún lejos de alcanzar a los EEUU. Su PIB, el segundo mayor del mundo, se ha visto relentizado en los últimos años debido a la pandemia del COVID-19 y a las políticas proteccionistas de decenas de países en el mundo, que ven a los productos del gigante asíatico como una seria amenaza para sus industrias nacionales. Si China se mete en una guerra, descuidaría su objetivo de alcanzar a la economía norteamericana en los próximos años. Además la guerra no es buena para el comercio internacional, que es uno de los núcleos de crecimiento del gobierno chino, de modo que es difícil pensar que China pueda estar dispuesta a meterse de frente en una confrontación internacional.

Israel parece dispuesto a todo por estos días en los que se cumple un año de guerra con Hamas y en la que ya van más de 42.000 muertos, 96.000 heridos, 100.000 desparecidos y al menos 1.9 millones de desplazados según cifras de la ONU. Recientemente el gobierno de Banjamín Netanyahu ha abierto un nuevo frente de batalla con Hezbollá realizando ataques en territorio libio, que sumados a los de Siria e Irán marcan una nueva escalada en un conflicto híbrido y aún de baja intensidad pero que puede escalar en cualquier momento. La confianza del gobierno judío de que los paises involucrados hasta ahora no tienen la fuerza suficiente para atacarlo con fiereza parace tener razón pero en un conflicto de largo aliento los peligros de un error de cálculo siempre están presentes.

Iran es un país con un gobierno islámico de origen chiíta que ha patrocinado a buena parte de los grupos armados irregulares enemigos de Israel como Hamás y Hezbolá, y uno de los principales afectados con los golpes militares que el ejéricto de Israel a asestado contra estos grupos dejándolos prácticamente acéfalos. Su capacidad de ataque lanzando misiles balísticos a Israel, como respuesta a los recientes ataques en su territorio, ha sido practicamente inofensiva para el estado judío que ha interceptado casi la totalidad de los misiles, gracias a su sofisticado sistema antimisiles llamado “domo de hierro” y al gobierno Iraní mismo que ha anunciado con antelación los días y las horas de los ataques tratando de hacer del evento más un espectáculo de consumo interno que de reales implicaciones bélicas.

Así las cosas, es posible pero poco probable que las cosas escalen al punto de una confrontación mundial. El reloj del Apocalipsis, o reloj del Juicio Final, que es un reloj simbólico, manejado por la junta del Bulletin of the Atomic Scientists de la Universidad de Chicago, y que marca qué tan cerca estamos de la medianoche o destrucción total de la humanidad por una confrontación nuclear o un desastre de carácter global realizó un ajuste el 24 de enero de 2023 adelantado 10 segundos hacia la medianoche debido a la guerra entre Rusia y Ucrania pero aún el conflicto entre Israel y Hamás no tiene impacto sobre el reloj.

Hacer retroingeniería es fácil. Decir porqué sucedió algo después de que sucedió, no tiene mucha gracia. Lo realmente interesante sería poder anticiparse a lo que va suceder para evitarlo o contener los daños. No olvidemos que antes de la Segunda Guerra Mundial, Europa se consideraba a sí misma, como sucede todavía, el culmen de la civilización occidental y pocos notaban que comenzaba a asomar la cabeza un monstruo que dejó más de 60 millones de muertos y el ingreso a escena de la bomba nuclear a través de el estallido de sendos artefactos contra la población civil de Hiroshima y Nagasaki en Japón. Ojalá no sea eso mismo lo que nos está sucediendo ahora.

Psicología y política